Con motivo del Año Jubilar, el próximo 20 de septiembre se realizará la peregrinación al Monasterio de Santa Clara de Asís, templo jubilar. Para que los fieles puedan recibir la indulgencia plenaria, es necesario estar en gracia de Dios mediante el Sacramento de la Reconciliación. A continuación, presentamos los pasos para confesarse adecuadamente:
1. Preparación: Examen de conciencia
Antes de acudir al sacerdote, dediquemos un tiempo a reflexionar sobre nuestras acciones, pensamientos y omisiones. Podemos guiarnos por los mandamientos de Dios y de la Iglesia, preguntándonos:
¿He pecado contra Dios en pensamiento, palabra, obra u omisión?
¿He ofendido a los demás con mis actos o palabras?
¿He descuidado mi vida de oración y mi participación en los sacramentos?
2. Contrición
La contrición es el arrepentimiento sincero de los pecados. Puede expresarse con una oración interior o con palabras, por ejemplo:
"Señor, me pesa de todo corazón mis pecados, porque he pecado contra Ti. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en Tu misericordia."
3. Confesión de los pecados
Acudimos al sacerdote y confesamos nuestros pecados de manera clara y sincera, sin omitir lo que recordemos conscientemente.
La confesión puede ser privada o comunitaria (con confesiones individuales después, según la disposición del templo).
4. Absolución
El sacerdote, actuando en la persona de Cristo, nos concede la absolución, liberándonos del pecado y devolviéndonos la gracia de Dios. Es importante escuchar y recibir esta bendición con fe.
5. Cumplimiento de la penitencia
El sacerdote asigna una penitencia, que puede ser oración, obra de caridad o sacrificio. Cumplirla es parte del acto de reparación y ayuda a crecer en la vida cristiana.
Para obtener la indulgencia plenaria en el Año Jubilar
Según la Iglesia, para ganar la indulgencia plenaria se requiere:
Confesión sacramental (antes o después de la peregrinación, dentro de un tiempo prudente).
Comunión Eucarística en el día de la visita al templo jubilar.
Oración por las intenciones del Papa (puede ser un Padre Nuestro, Ave María o Credo).
Estar completamente libre de apego al pecado, aunque sean veniales.
Por ello, los días previos a la peregrinación, se recomienda acercarse al Sacramento de la Reconciliación para estar en gracia de Dios y así participar plenamente del Año Jubilar.
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Creado por Miguel Ortega | Misionero Digital